Mascarillas, guía de uso científico en espacios públicos para vacunados y no vacunados

Por Amado Herrero (El Mundo)
29/04/2021

Ambiente con turistas de Madrid en el centro de Madrid.

Autoridades en Europa y EEUU comienzan a pronunciarse a favor de su eliminación en espacios exteriores poco concurridos. Los científicos se muestran divididos ante la idoneidad de estas recomendaciones.

Tras un arranque de vacilaciones y declaraciones contradictorias, la mascarilla se ha ido imponiendo en el espacio público a lo largo del último año. No obstante, la instauración de su obligatoriedad en espacios exteriores causó un cierto debate entre los científicos el pasado año, controversia que puede reproducirse ahora cuando se discuta sobre la eliminación de la misma medida. Esta semana los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos publicaba nuevas directrices en las que considera que los vacunados (14 días después de recibir la última dosis) no necesitan llevarla en el exterior, salvo en eventos concurridos.

«Continuamos recomendando las mascarillas en lugares abarrotados, como estadios o conciertos, en los que haya dificultades para mantener las distancias y mucha gente sin vacunar puede estar presente», explicaba su directora, Rochelle Walensky. Pero «si estás vacunado y quieres acudir a un encuentro con poca gente, la ciencia señala que puedes hacerlo sin mascarilla de forma segura». En la misma línea, el Centro Europeo de Previsión y Control de Enfermedades (ECDC) emitía un nuevo informe en el que avala la relajación de determinadas medidas de protección como el uso de las mascarillas o la distancia social durante la interacción con personas que estén vacunadas completamente. La Organización Mundial de la Salud solo recomienda utilizar mascarillas al aire libre si no se puede guardar al menos un metro de distancia.

Sin embargo, la opinión de los especialistas no es unánime en este sentido. Un artículo publicado en el último número de la revista especializada The BMJconfronta las visiones divergentes de dos grupos de científicos. «El uso de mascarillas al aire libre, en particular en grandes reuniones con un riesgo de crear un evento de superdifusión, aporta beneficios en la reducción de riesgos durante la fase pandémica de la Covid-19», afirma Babak Javid, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco. Javid y sus coautores señalan datos de EEUU y Alemania que apuntan que las regiones con obligación de uso de mascarilla en público han tenido un menor impacto del virus. Además, apuntan que los países que adoptaron antes el uso de mascarillas en público lograron una aceptación más temprana de la norma social.

En el lado opuesto Muge Cevik, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de St. Andrews (Reino Unido) sostiene que la transmisión al aire libre contribuye poco a las tasas de infección generales y que los esfuerzos deberían centrarse en reducir la transmisión en interiores. Según Cevik no se ha confirmado ningún clúster de Covid-19 ni ningún evento de superdifusión al aire libre. «Dado el escaso riesgo de transmisión en el exterior, las recomendaciones u obligaciones de llevar mascarilla fuera pueden parecer arbitrarias y afectar a la confianza de las personas y a su energía para implementar otras medidas de mayor rendimiento, como el uso de mascarillas en el interior o quedarse en casa si se está enfermo», argumenta.

Debate multidisciplinar

La decisión sobre las mascarillas trasciende las consideraciones únicamente médicas o científicas, que se mezclan con las sociológicas y las políticas. La incertidumbre genera ansiedad (un concepto que en psicoterapia se conoce como intolerancia a la incertidumbre) y la naturaleza humana tiende a buscar protección allá dónde puede, incluso cuando su eficacia no está establecida. Si bien el efecto protector de la mascarilla ante la Covid-19 quedó demostrado rápidamente, su eficacia en exteriores y en grupos pequeños no está tan clara. Aun así dirigentes de todo el mundo optaron por enfatizar la necesidad de llevar mascarilla en exteriores como símbolo del esfuerzo colectivo contra la pandemia y como medio para disminuir la sensación de incertidumbre en un contexto de crecimiento descontrolado de los contagios. Ahora las mascarillas se han convertido también en un recordatorio constante de la presencia del virus, por eso su eliminación se va a presentar como una victoria simbólica contra la pandemia: Israel fue el pasado domingo el primer país en anular la obligación de usar mascarilla al aire libre.

En España, lagunas legislativas y decisiones parciales han dejado una sensación de confusión. En marzo un decreto aparecido en el BOE abría el debate sobre su uso en las playas o en la montaña. «Debería ser así [su utilización] si estamos en playas abarrotadas, en las que tendremos en algún momento a personas no convivientes a distancias cortas», escribió entonces en EL MUNDO Joan Caylà, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología. «Por el contrario, si estamos en playas solitarias, sólo con convivientes o con gente que está quieta y tomando el sol a más de dos metros de distancia, el uso de mascarillas dejaría de ser una prioridad».

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