Bótox para la depresión

Por Iván Mañero  (Diario Médico)
Fecha: 09/04/2014

BotoxPor fin, unos datos tangibles y muy reveladores vienen a respaldar uno de los lemas de mi filosofía de trabajo: «verse bien para sentirse mejor». Y es que la revista Journal Psychiatric Research ha publicado un artículo donde se desgrana las conclusiones de un estudio que Stewart Levine, dermatólogo y profesor universitario de psiquiatría, realizó sobre 74 pacientes. Dicho estudio asegura que el tratamiento con toxina botulínica podría ayudar a las personas que sufren depresión a paliar sus efectos.

Para llegar a dicha afirmación, Levine, que ha dirigido este estudio junto a otros colegas, aplicó inyecciones de Botox en el entrecejo a la mitad de los pacientes que sufrían depresión severa pero que no se estaban medicando. A la otra mitad les inyectó un placebo (suero fisiológico). ¿El resultado? Los síntomas de depresión se redujeron en un 50 % de los pacientes que recibieron el Botox y sólo en un 9% de los pacientes que recibieron la solución salina. La explicación a esta mejora, según el director de este trabajo, es que los músculos del entrecejo están diciendo al cerebro: «estamos bien, no nos estamos frunciendo, estamos relajados, por lo que el cerebro también debe estar relajado» y la gente simplemente se siente mejor.

Las conclusiones del estudio vienen a desmontar la teoría de muchos críticos que aseguran que la gente que acude a la medicina estética o la cirugía plástica están exclusivamente influidos por la presión que ejercen los cánones de belleza a través de los medios de comunicación. Y viene a confirmar algo que tanto yo como muchos de mis colegas venimos defendiendo desde hace muchos años: cuando nos miramos al espejo y nos vemos bien, eso produce una satisfacción personal que se traduce en un mejor estado de ánimo y en una mayor seguridad en nosotros mismos, lo que acaba desembocando en una mayor proyección social.

De hecho el tratamiento facial de toxina botuínica es uno de los más solicitados tanto por mujeres como por hombres y su demanda sigue creciendo año tras año (¡especialmente entre los varones!). La razón, seguramente, la podríamos encontrar en que es un tratamiento mínimamente invasivo y no doloroso, que al reducir las arrugas de expresión de la frente consigue que nuestro rostro aparezca más relajado, descansado, despreocupado y rejuvenecido. Lo que se traduce en personas que, después del tratamiento, se sienten así y es así como proyectan su imagen a los demás.

Porque, seamos sinceros, todos, todos sin excepción, esbozamos una tímida sonrisa cuando nos miramos al espejo, justo antes de salir de casa, y nos damos cuenta de que hoy «tenemos el guapo subido».

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